Hoy es el día en que nuestra madre fundadora llega al mundo, y así como a cada uno la envía con una misión específica, la cual se hizo realidad y de ello somos testigos todos nosotros, y a la vez responsables de darle continuidad porque la llevamos en nuestro ADN, eso nos hace familia.
Las circunstancias del nacimiento de Madre Antonia fueron desagradables. Ella misma contaba que nació tan flaca y amoratada que parecía asada a unas parrillas. Su madre decía que había venido al mundo para una cosa muy grande, pues sin una particular providencia del Señor no hubiera nacido con vida. Da la impresión que ya desde los inicios, la vida de Madre Antonia está marcada por dificultades y, a la vez, por pequeñas señales de esperanza. Ella también quiso dar esa impronta al Instituto que fundó, pues sabía que la debilidad son el signo más evidente de que la Palabra es eficaz, de que Dios actúa y nos enseña a amar y amarlo en los más débiles.
Hoy la recordamos y rezamos para que nos ayude e ilumine en el andar de nuestras vidas.
Ore el Misionero con Cristo, orando, viaje con Cristo, viajando,
coma con Cristo, comiendo, beba, con Cristo, bebiendo
duerma con Cristo, durmiendo, sufra con Cristo sufriendo,
predique con Cristo predicando, descanse con Cristo, cansado
y viva con Cristo muriendo, si quiere entrar en la vida con Cristo, reinando.
A mayor Gloria de Dios, y bien de mi alma. Amén.