Por Roxana de Toso (mamá de exalumna y miembro de la gran familia Claretiana)
La mañana del domingo de Pentecostés, amaneció ya con la ALEGRÍA del regreso del sol mendocino, que se había ocultado por unos días... Ese ya fue un regalo, y si se quiere un signo, para embellecer aún más, el inicio formal del Año Jubilar Claretiano, esta mañana en el colegio Padre Claret. En una breve reseña, escuchamos los primeros pasos dados por la primeras 5 religiosas que se instalaron aquí en Mendoza, allá por el 1934. Le emoción de muchos, y la pertenencia a la Familia, hizo posible a la imaginación, "verlas bajar de aquel tren", y paso a paso, ir instalándose en su nuevo destino: Nuestra Mendoza. Paso a paso, también, nos acercamos a la puerta de la Capilla, y al toque de las campanas y al compás de canciones, el celebrante abrió la PUERTA, del templo, iniciando así, de una manera muy significativa, este comienzo. La celebración de la Santa Misa, estuvo acompañada por hermosos cánticos, en los que se percibía, además de su belleza, al amor y el esfuerzo, con que se prepararon. La variedad de instrumentos musicales, me hicieron recordar, no sé porqué, los 5 diferentes colores de los continentes donde las claretianas, predican la Ley Santa del Señor.... El sacerdote, en la homilía, hizo referencia, a que nuestra vida toda, debe estar impregnada por la presencia, en signos concretos, del Espíritu Santo, de sus dones y frutos... Por nombrar alguno, de ir al encuentro del otro, salir y llevar a los demás la Alegría y la Buena Noticia del Señor. A semejanza de María, que fue al encuentro de su prima Isabel, llevándole al mismo JESÚS, lo que recordamos en la Visitación. María, la primera misionera. Toda la celebración, estuvo impregnada de un clima especial de emoción, de júbilo compartido, de recuerdos de FAMILIA... Por todos lados se respiraba la presencia clara y vigorosa, encendida, del Santo Espíritu de Dios. Al finalizar, un hermano claretiano, trasmitió con gran claridad, el fuego que ardía en los corazones de los fundadores, Madre Antonia y el Padre Claret... fuego que hizo posible, que cumplieran con el ENVÍO, con la misión que Dios tenía preparada para ellos, de llevar a todos, el Santo Evangelio. Los obstáculos eran muchos, pero los vencieron con la fuerza de quien lleva a Dios adentro y a la Santísima Virgen como Aliada en el camino. Explicó, que el Espíritu, así como el viento, no se queda quieto, se mueve, hacia todos lados y es por eso que llega, a todos lados y todo lo renueva..... Así, como este viento debemos ser cada uno de nosotros, ir al encuentro del otro y contagiarle el amor por Jesús y María. Fue una maravillosa mañana de fiesta, donde la presencia activa, de las religiosas y religiosos, exalumnas, profesoras, personal del colegio, alumnos, padres y toda la gran familia Claretiana, marcó fuertemente, el inicio del año jubilar.