La Santísima Virgen María, en razón de su dignidad de Madre de Dios, fue, desde el primer instante de su concepción, preservada de toda mancha del pecado original. Esto supone en María ausencia de pecado, presencia de la gracia santificante, virtudes y dones y, ausencia de inclinación al mal. Por eso también se le llama Inmaculada.
Bajo su protección nos amparamos en nuestra tarea educativa y en nuestra vida entera.
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