"Queridos Amigos del Instituto Pablo VI:
Este día es muy especial para cada uno de nosotros. Todos estamos aquí con el corazón cargado de emociones, de recuerdos... rostros, momentos, historias, anécdotas...
Hoy hacemos memoria agradecida de todo cuanto Dios, nuestro Padre de amor, ha permitido que vivamos en este recorrido como alumnos de esta casa. Nuestra casa.
El Instituto Pablo VI: segunda familia, lugar de encuentro, de crecimiento; casa en común de buenos y grandes amigos; un edificio con nombre. ¿Qué es lo que lo hace diferente? Las personas. Las personas son las que cambian: enriquecen o empobrecen el lugar. Nosotros, los alumnos, estamos de paso. Lo que permanece es el amor que hemos dejado en cada tarea realizada.
El instituto nos ofreció la gran oportunidad para crecer en la fe, amar la Escritura, ejercitar la humildad.
Cada profesor nos ha entregado su tiempo, dedicación, cariño y sabiduría.
Cada compañero se transformaba en hermano, en la medida en que nuestros intereses personales desaparecían, dejando aflorar la lealtad y el cuidado por el otro.
Cada año recorrido llevaba el respaldo, el apoyo y la paciencia de nuestras familias: maridos, esposas, hijos, comunidades religiosas, padres. Ellos nos han sostenido y acompañado en todo momento. Queremos decirles: ¡Gracias!
Como egresados, hemos recibido una perla de gran valor.
Como educadores, llevamos este tesoro en vasijas de barro...
No entristezcamos al Espíritu que habita en nosotros y pidamos la gracia de su Sabiduría, para que nos asista en nuestros trabajos y sepamos descubrir cuál es la voluntad del Señor, lo bueno, lo grato, lo perfecto.
No despreciemos el recuerdo del camino recorrido. Ello no retrasa nuestra carrera, sino que la dirige; el que olvida el punto de partida, pierde fácilmente la meta.
¡Muchas Gracias Querido Instituto!".
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