Por Ana María Mandrile
Autoridades presentes, docentes, padres, ex alumnos, alumnos, amigos…
Con grande gozo y profundo agradecimiento nos reunimos hoy para compartir como comunidad educativa, pero sobre todo, como familia claretiana, este acontecimiento de gracia que Dios nos ha regalado: la celebración del 75 aniversario de fundación de nuestro Colegio Padre Claret, de Mendoza, que abrió sus puertas en esta ciudad, el 6 de marzo de 1935, y ha transitado hasta hoy, un camino de fe, cultura y solidaridad misionera, imprimiendo su sello particular en el corazón de tantos niños, adolescentes y jóvenes mendocinos que pasaron por sus aulas.
El lema que nos acompañó en este año jubilar que cerramos hoy, fue: “75 AÑOS…Es sólo el comienzo”. Y creemos de verdad que es así; porque la memoria del pasado nos capacita para vivir con mayor sabiduría el presente, pero la ilusión que se renueva año a año, el primer día de clases, mantiene viva la esperanza de un futuro que se gesta en el alma de cada alumno y se proyecta en nueva creación para toda la sociedad.
Es sólo el comienzo…para actualizar de modo renovado, creativo y audaz la herencia recibida de Antonio María Claret y María Antonia París de “plantar y grabar en el corazón de cada estudiante un fino y tierno amor a Dios y a los otros” (Escritos, Const. Prim, 3,17), de “enseñar… el Evangelio mientras se les enseñan labores y ciencias” (Carta a Orberá) decía la Madre Fundadora.
Es sólo el comienzo… y la oportunidad constante de vivir la educación como un arte gozoso, como el arte de amar, “ya que educar es posible porque es posible el amor” (A. Rossi). Y un amor que se traduce en pequeños gestos de conocimiento profundo de las necesidades de cada niño, del respeto de sus fuerzas y sus límites; de interpretar con paciencia silencios e indiferencias adolescentes; con conciencia de grandeza ante la fragilidad que se cuida.
Como sostiene un conocido autor “educar es cosa del corazón” (A. Rossi) y, leyendo la historia de estos 75 años y atentos a la tradición claretiana, podemos decir que lo que hoy celebramos es sólo el comienzo de otro capítulo de esta historia del corazón. Historia llena de rostros de hombres y mujeres que fraguaron su mente y su espíritu en el fuego de la “caridad educativa” (Car. Martini) claretiana.
El amor a Dios y al hermano es la piedra fundamental que sostiene el edificio educacional. Por ello, parafraseando al autor de Ciudadela (Saint Exúpery)
Pensamos en los muchos docentes de ayer y de hoy que lucharon y luchan por “no matar al hombre, presente en germen en los pequeños… porque poco importa que el hombre esté más o menos colmado, importa que sea más o menos hombre” (Saint Exúpery)
Pensamos en las religiosas claretianas de todos los tiempos que con ternura y pasión por el Reino, “enseñaron a rezar, porque la plegaria dilata el alma” les enseñaron poco a poco el perdón y la caridad (cf. Saint Exúpery).
Pensamos en la Familia Claretiana que entre todos, alumnos, docentes, religiosas, vamos construyendo y aprendiendo “la maravillosa colaboración de todos y por todos y por cada uno” (S Exúpery).
Y así, en este comienzo nunca interrumpido nos animamos a soñar con los frutos de ese amor:
- “Un médico que cruza apresuradamente el desierto para reparar la rodilla de un humilde peón.
- Con un empresario consciente de que cada uno de sus obreros lleva atrás una familia tan digna como la suya” (A. Rossi)
- Con un abogado que lucha defendiendo al pobre y al rico sin usufructuar con su sufrimiento.
- Con un político, cuyo único horizonte sea el bien común, en un derroche de honestidad y credibilidad.
- Con un religioso/a, sacerdote preocupado y ocupado en acercar los hombres a Dios, en magnánimos olvido de sí.
- Con hombres y mujeres, … nuestros alumnos capaces de sembrar lo que recibieron, comprometiendo sus manos en la siembra, en la misma medida de amor que les fue dado.
75 AÑOS es sólo el comienzo… de una historia siempre nueva de gratuidad, servicio, dedicación y amor por una humanidad mejor.
Muchas gracias.
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